Inner Peace

Pensaba que sería algo que nunca me llegaría, y no ha llegado tampoco ahora en su forma más completa pero no me puedo quejar. No todo es perfecto en la vida sino sería muy monótona. Sin embargo, puedo pensar con claridad que he alcanzado un momento de paz interior y tranquilidad que pensaba que nunca volvería a tener. Una vez más, todo es cuestión, especialmente, de tiempo, pero también de pensar con claridad, de saber escuchar y de mirar en todas direcciones.

Me faltan muchas cosas, muchísimas, pero me centro en conseguir otras, en ser yo mismo, hacer lo que quiero y me gusta en la medida de lo posible, intentar aprender todo lo posible para poder tener un buen futuro profesional, vivir sin muchos contratiempos e ignorar los problemas que no merecen la pena. Tengo unos cuantos propósitos que espero cumplir durante el año ya que se convertirían en pequeñas alegrías que me llenarían bastante.

El tiempo de la vida pasa, segundo a segundo, gota a gota. No se puede frenar, ni ir contra él, como una cascada. Una cascada que puede dividir el mundo en dos zonas: la interior, oscura, en la que crees que no puedes salir de ella, que estás encerrado; y la exterior, desde la que puedes admirar algo precioso, escuchar el sonido del tiempo cayendo contra el agua con total tranquilidad, y pensar en todo aquello que existe a tu alrededor, ahora, y lo que crearás, en el futuro.


Hace un año que hice esta foto en Sabadell, mi ciudad natal aunque ahora hace un par de años que estudio en Castellón, y es de las que más me gustan. Me parece una perspectiva preciosa a la vez que curiosa. No obstante, cuando ahora veo y pienso en esta foto, en mi memoria la imagen que aparece, es esta (y esta fotografía no es mía):


Ahora, lo que mi mente me pide pensar es en nada de todo esto, en dejar que el tiempo fluya con caudal propio como si de un río se tratara. Y que esta apacibilidad no se pierda en un mar en el que todo se mezcla.